I
Añoranza de un amanecer,
que se transforme en aquel más profundo sueño;
donde se encuentra tu cálido mirar, tu fresca piel,
tu cabello, danzante con el viento,
junto a la sensación de aquellos labios
suaves, robustos, húmedos…
cual pétalos de rosas bañados de rocío,
dulces como un remanente de miel.
Que nada de esto desaparezca,
que nada de esto muera,
ante nuestro lento encuentro.
- Emanuel Aragón -